lunes, 20 de junio de 2011

El tunel

Era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mi como clave destinada a El solo, como un secreto que anuncio de que ya estaba yo ahí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.
¡La hora del encuentro había llegado! pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡que estúpida ilusion mía habia sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verlo como una figura silenciosa e intocable....No, ni siquiera ese muro era siempre asi : a veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabia que pasaba del otro lado, que era de El en esos intervalos anónimos, que extraños sucesos acontecían, y de nuevo creía que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario : el mio, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. 
Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a este muchacho y habia creído ingenuamente que venia por otro túnel paralelo al mio, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin limites de los que no viven en túneles; y quizá se habia acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y habia entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad.
Si, en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario : el mio.






                                                                                                      Ernesto Sabato/ El túnel

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